Tenemos que reconocer que los americanos son unos genios vendiendo cosas, desde hamburguesas hasta activos tóxicos.
Anque la historia de San Nicolás, Santa Claus o Papá Noel es un mezcla de leyendas, fueron los genios de Cocacola en los años 30 los que popularizaron la imagen del viejecito vestido de rojo y blanco. Y, desde entonces, las casas en Navidad se convierten en un anuncio de "la chispa de la vida". La mía, desde luego, no iba a ser menos y no me pude resistir a la fuerza del rojo navideño, en la terraza y en el árbol de navidad.
Este año, en la puerta, hemos colocado una corona decorada con figuras hechas por mí. Son corazones y muñecos de jenjibre fabricados con pasta de modelar blanca. Cada muñequito tiene el nombre de un miembro de la familia: papá, mamá, Mateo y Carlota y están colgados con "Baker twine" rojo y blanco.
En el porche, unas velas con forma de angelitos y de árbol de navidad, esperan a que llegue la Nochebuena para que las encendamos y la ramita de muérdago, que encontró mi hijo en el bosque, nos da buena suerte.
La Flor de Pascua de este año está preciosa y espero que sobreviva hasta el final de las fiestas, porque nunca consigo que le queden hojas más allá de Reyes. Como soy tan manazas para las plantas, nuestro árbol de navidad es artificial. Aquí lo tenéis, a juego con la decoración del "salón de jugar", que es imposible mantener ordenado. No quiero ni pensar dónde vamos a guardar los juguetes que nos deje Papá Noel...
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