Ya os he contado que me comí el roscón de Pascua que le hice a mi ahijada...
Lo prometido es deuda y, finalmente, el Domingo de Resurrección cumplí con mi papel de madrina y entregué el correspondiente roscón casero. Aquí está la prueba...
Menos mal que se acaba la Pascua y no voy a hacer más roscones hasta el año que viene, porque aunque mi casa tiene un delicioso olor a anís, yo no debería seguir alimentándome sólo de ellos.
¡Me gusta el packagin¡¡¡
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